Situación de partida
El principal problema del río Manzanares en la zona de El Pardo era su represamiento debido a un tapón de sedimentos que arrastraba el arroyo de Trofa y que se había convertido en una isla de grandes dimensiones. La hidromorfología del cauce se había visto afectada, principalmente por la homogeneización del régimen de caudales en el río y el incremento de procesos erosivos y vertidos de varias depuradoras en la cuenca del arroyo de Trofa. Como consecuencia, a lo largo de casi dos kilómetros, el río Manzanares había dejado de funcionar como tal, convirtiéndose en un pequeño embalse.
Además existía un azud en este tramo del Manzanares que actuaba como una barrera, impidiendo el libre movimiento de los peces río arriba para su reproducción, y afectando gravemente los desplazamientos del barbo común (Luciobarbus bocagei) y otras especies piscícolas del río Manzanares.
La Actuación
En cuanto al tapón, fue necesario excavar un nuevo brazo sobre los sedimentos acumulados, de manera que se fuese retirando el agua embalsada y se recuperase un río fluyente. Actualmente el papel de este brazo es el de recoger las avenidas del arroyo de Trofa y los sedimentos que pueda traer, trasladándolos río abajo. De esa manera se ha reducido considerablemente el riesgo de formación de un nuevo tapón y se ha recuperado la anchura original del río.
En el caso del azud, debido a la concesión de la que disponía dicha infraestructura y las funciones que aun cumplía, se propuso la creación de una rampa para peces encastrada en el mismo, que permitiese el libre paso de los peces, mejorara el tránsito de sedimentos y nutrientes, y al mismo tiempo posibilitara que la infraestructura mantuviese su función inicial.
El Resultado
Una vez retirados los sedimentos del tapón, la lámina de agua del remanso descendió casi un metro de altura. Esto ha supuesto la recuperación de casi 800 metros de río, que vuelve a fluir y que permite la presencia de orillas donde puede desarrollarse la vegetación propia de la ribera.
La rampa de peces construida está considerada como un ejemplo único de la aplicación de la ingeniería hidráulica en nuestro país, consiguiendo la plena permeabilidad y contribuyendo al tránsito piscícola. Con ella el río ha quedado libre de obstáculos para los peces desde la presa de El Pardo hasta el tramo urbano de Madrid. Actualmente los peces, grandes y pequeños, incluso los que no tienen capacidad para saltar, puedan remontar el río y satisfacer sus requerimientos de desplazamiento tanto para la reproducción como para buscar lugares adecuados para alimentarse y refugiarse.