Situación de partida
Debido a la regulación de caudales por parte de la Presa de El Pardo, se detectó en este tramo del río Manzanares una alteración de la naturalidad del lecho en relación a los materiales que lo conforman, especialmente atendiendo al origen, tamaño y clasificación de los sustratos.
Esta situación había propiciado unas condiciones muy simplificadas del cauce que afectaban directamente a las comunidades acuáticas del río. La homogeneidad de los sustratos suponía un grave perjuicio para el desarrollo de diversos organismos, limitando en gran medida la disponibilidad de zonas de freza para la ictiofauna autóctona.
Por lo tanto, para el mantenimiento de un ecosistema fluvial sano, dónde las especies autóctonas se vean favorecidas y encuentren un hábitat óptimo para desarrollar sus ciclos vitales es esencial mantener unas condiciones adecuadas de la morfología del cauce.
La Actuación
La estructura del lecho fluvial estaba configurada fundamentalmente por materiales finos que no eran compatibles con las zonas de freza, por tanto, para poder habilitar estas nuevas zonas se necesita disponer de una estructura con abundante grava, con materiales de diámetro superior a 2 centímetros de tal manera que permitiesen retener los huevos durante la época reproductiva de las especies piscícolas. Además, está incorporación de nuevos materiales favorecerá la oxigenación del flujo circulante, mejorando las condiciones físico-químicas del agua.
En este sentido se procedió a la retirada de arenas y se aportaron gravas adecuadas para la freza. En aquellas zonas donde se ha registrado la existencia de gravas colmatadas, se realizarán obras para romper la capa del fondo mediante rastrillos y barras de hierro. Con esta operación se mejorará la oxigenación para los huevos que allí se depositen tras la freza de los peces.