Situación de partida
Durante décadas, el entorno de El Pardo ha sido receptor de los escombros provenientes de la actividad constructiva en la capital. En algunas zonas los escombros llegaban hasta la misma margen del río Manzanares provocando que, en algunos lugares, se quedara excesivamente encajado y desconectado de sus márgenes, dificultando además el acceso a sus orillas.
Al mismo tiempo que ocurría esto, los sedimentos del arroyo de Trofa se iban acumulando en la confluencia con el río Manzanares, debido a diversas alteraciones en el funcionamiento de ambos cauces. Esto alteró tanto la confluencia como el propio río Manzanares aguas arriba, motivando la creación de un amplio remanso artificial.
A esto hay que añadir que en los años 90 y 2000 se fue generando un denso bosque de galería que, debido al incremento progresivo del remanso referido y del agua, fue muriendo, dejando un entramado de árboles muertos y dando paso a zonas de carrizos como si de una extensa laguna se tratara.
La Actuación
Antes del comienzo de este proyecto, ya se habían comenzado a retirar gran parte de los árboles muertos que quedaban dentro de la zona remansada. Con el inicio de las actuaciones se retiró una gran cantidad de vegetación muerte, así como parte de los sedimentos acumulados en la confluencia. El encuentro de los cauces fue mejorado, modificando el último tramo del arroyo de Trofa para que discurriera en paralelo con el Manzanares y haciendo que la confluencia se produjera 300 metros más abajo de lo que lo venía haciendo, para evitar una nueva formación del tapón de sedimentos.
Además, en las zonas de Mingorrubio y del puente del Ferrocarril se retiraron escombros acumulados en la margen izquierda del río, realizándose plantaciones en los taludes con vegetación natural propia de estas riberas.
Parte de los materiales generados por esta actuación se emplearon para la restauración en el barranco de Madroñeras-Freijo, área de la cual se extrajeron, en su día, la mayor parte de los componentes que conformaron la presa de El Pardo.
Igualmente se han realizado movimientos de tierras cuyo principal objetivo era recuperar cierta naturalidad en los perfiles transversales del cauce. Los trabajos llevados a cabo en el entorno del puente del Ferrocarril han permitido rebajar las pendientes, favoreciendo la conectividad trasversal del río y de los usuarios, de modo que se puede acceder al mismo margen del río gracias a una senda. En Mingorrubio las actuaciones se efectuaron en el área próxima a la actual pasarela peatonal y en la zona del meandro que existe aguas abajo.
Hay que destacar que, durante los trabajos de retirada del tapón del Trofa, en la primavera y verano de 2018, hubo una serie de episodios de intensas lluvias que aportaron grandes cantidades de nuevos sedimentos, tanto en el nuevo trazado del arroyo de Trofa como en el propio río Manzanares. Estos materiales, recién depositados, fueron retirados de nuevo y se incorporaron a dos extensas zonas, aguas arriba, donde se estaban recuperando las antiguas orillas del río Manzanares.
El Resultado
En las zonas de actuación se han recuperado los márgenes del río en casi un kilómetro de longitud, con un suavizado del talud existente. Además se ha mejorado mucho la accesibilidad, mientras la vegetación plantada está creciendo y contribuye a la naturalización de la ribera.
Por otro lado, la recuperación de las antiguas orillas mediante el aporte de arenas procedentes de las avenidas de primavera de 2018 se ha consolidado, y ya comienza a formarse una vegetación de ribera con chopos y sauces de buen porte.